La salud mental de los niños y adolescentes se ha convertido en uno de los problemas más urgentes en el ámbito de la salud pública, tanto a nivel mundial como en países como Chile. En la última década, los trastornos mentales en esta franja etaria han experimentado un aumento alarmante. Un estudio realizado en 2013 revelaba que un 20% de la población infanto-juvenil presentaba algún tipo de trastorno psiquiátrico, pero hoy se sabe que esa cifra ha crecido, alcanzando hasta un 50%. Este cambio, lejos de ser una mera cifra, es una clara señal de un problema que afecta a millones de jóvenes, repercutiendo en su bienestar emocional, físico y social.
En la actualidad, los problemas de salud mental se han consolidado como la segunda causa de muerte en jóvenes, solo por detrás de los accidentes. El suicidio es un fenómeno que preocupa cada vez más, no solo por la cantidad de vidas que se pierden, sino por el sufrimiento que genera tanto en los afectados como en sus familias y comunidades. La Dra. Mariana Labbé, Directora Médica de la clínica Mirandes Manquehue señala al respecto: “Más del 60% ha experimentado problemas de salud mental. 1 de cada 3 toma algún psicofarmaco, entonces es altamente prevalente. entonces en el pasado, la problemática, el desafío en la salud publica estaba puesta en las enfermedades infecciosas, esa era la mayor morbimortalidad en esa población. Después fueron las enfermedades crónicas, y ahora el gran problema en esta etapa de la vida son los problemas de salud mental, este es el gran desafío a nivel mundial y de país.”
Los datos son reveladores. Si en 2017 el 28% de los jóvenes reportaba algún problema de salud mental, en 2019 la cifra subió al 48%, y en 2023, más del 60% de los encuestados admitieron haber experimentado algún trastorno. En Chile, aunque el panorama es similar, se está trabajando activamente en la recopilación de datos con la nueva ley de salud mental, que busca mejorar la atención y prevención de los problemas psíquicos desde edades tempranas.
La Llegada de los Teléfonos Inteligentes: Un Factor Determinante
Una de las explicaciones más recurrentes ante este aumento es la llegada de los teléfonos inteligentes y las redes sociales, herramientas que, si bien ofrecen nuevas formas de comunicación, también han traído consigo una serie de problemas psicológicos. Desde que los smartphones comenzaron a ser comunes en los hogares a partir de 2010, los estudios han mostrado un cambio en la naturaleza de los trastornos mentales en los jóvenes.
Por un lado, los trastornos externalizantes, como los problemas de conducta, han mostrado una leve disminución. Sin embargo, los trastornos internalizantes, que incluyen la depresión, la ansiedad y los trastornos alimentarios, han aumentado de manera alarmante. Según los expertos, la clave está en la relación que los jóvenes tienen con sus teléfonos: cuanto más tiempo pasan frente a la pantalla, mayores son los efectos negativos sobre su salud mental. Esto se debe en gran medida a los efectos de las redes sociales, donde los adolescentes se ven constantemente expuestos a comparaciones sociales, lo que genera una sensación de insuficiencia, inseguridad y, en muchos casos, aislamiento.
La Soledad Digital y el Efecto en la Identidad
Los estudios han encontrado que, a pesar de estar más conectados que nunca, los jóvenes se sienten más solos. Las redes sociales, que en teoría deberían acercar a las personas, en muchos casos generan la sensación de soledad e insuficiencia. Las comparaciones entre pares, la presión por cumplir con expectativas físicas y sociales, y la constante validación a través de “likes” han contribuido a un aumento de los trastornos emocionales. Este fenómeno es particularmente grave entre las mujeres, quienes, además, son más vulnerables a la violencia relacional y al acoso digital.
Por otro lado, los jóvenes varones también se ven afectados por las redes sociales, aunque los factores de riesgo tienden a ser diferentes. En su caso, el aumento en el acceso a contenidos como la pornografía y la exposición a videojuegos violentos son factores que también inciden negativamente en su bienestar mental.
En Chile, el aumento de la tasa de suicidio juvenil en 2024 es un claro reflejo de la magnitud del problema. El país enfrenta un desafío de salud pública que requiere una respuesta urgente y coordinada, no solo en términos de tratamiento, sino también en prevención y educación.
La creciente prevalencia de los problemas de salud mental en los jóvenes exige una respuesta integral y especializada. No basta con reconocer la magnitud del problema; es necesario actuar. La creación de políticas públicas que garanticen el acceso a servicios de salud mental, el fortalecimiento de programas de prevención y el apoyo a las familias son esenciales para abordar este desafío. Además, se hace urgente fomentar una educación digital que promueva el uso responsable de las tecnologías, orientada a proteger la salud mental de los niños y adolescentes en un entorno cada vez más digitalizado.
En conclusión, los teléfonos inteligentes han llegado para quedarse, pero su impacto en la salud mental de las nuevas generaciones requiere una reflexión profunda y un compromiso social. Las autoridades, los profesionales de la salud, las familias y la sociedad en general deben unirse para frenar esta crisis y ofrecer a los jóvenes las herramientas necesarias para enfrentar los retos de un mundo cada vez más interconectado.