El 13 de enero se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, una fecha clave para reflexionar sobre una de las enfermedades mentales más prevalentes a nivel mundial. La depresión afecta a millones de personas, y en Chile, la cifra es alarmante: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 10% de la población adulta chilena experimentará un episodio depresivo a lo largo de su vida. Sin embargo, más allá de los números, el verdadero desafío es cómo las personas enfrentan esta enfermedad, especialmente en lo que respecta al tratamiento farmacológico y a los estigmas sociales que aún persisten al pedir ayuda.
La importancia de no abandonar el tratamiento farmacológico
La depresión no es solo tristeza pasajera o una fase de baja energía. Es una enfermedad compleja que afecta tanto al cuerpo como a la mente, y sus síntomas pueden ser devastadores: fatiga extrema, pérdida de interés en actividades cotidianas, alteraciones del sueño, y pensamientos suicidas, entre otros. Para muchas personas, el tratamiento farmacológico juega un papel crucial en el alivio de estos síntomas. Sin embargo, uno de los mayores problemas es que una gran parte de los pacientes que comienzan un tratamiento con antidepresivos tienden a abandonarlo prematuramente.
Según datos de la Universidad de Chile, alrededor de un 30% de los pacientes con diagnóstico de depresión interrumpen su tratamiento dentro de los primeros tres meses, ya sea por efectos secundarios, falta de confianza en la eficacia de los medicamentos o la creencia errónea de que “ya se sienten mejor”. Esta discontinuidad en los tratamientos farmacológicos aumenta el riesgo de recaídas y puede prolongar el sufrimiento de los pacientes. Es fundamental entender que los antidepresivos no son una “cura instantánea”, sino una herramienta que, junto con la terapia psicológica, puede ayudar a las personas a recuperar su bienestar.
Pedir ayuda no es un signo de debilidad
En Chile, como en muchas otras partes del mundo, el estigma asociado a la salud mental sigue siendo uno de los obstáculos más grandes para que las personas busquen ayuda. Según un estudio de la Universidad de Santiago realizado en 2022, el 45% de los chilenos cree que las personas que consultan a un profesional de la salud mental son vistas como “débiles” o “incapaces de manejar sus problemas”. Este estigma no solo genera vergüenza y miedo a ser juzgado, sino que también impide que muchas personas reciban el apoyo que necesitan.
Sin embargo, el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión nos recuerda que pedir ayuda es un acto de valentía, no de debilidad. Los tratamientos para la depresión, que incluyen tanto la intervención farmacológica como la terapia psicológica, están demostrados científicamente como efectivos. La combinación de ambos enfoques es especialmente potente para mejorar la calidad de vida y reducir los episodios recurrentes de la enfermedad.
Uno de los aspectos más importantes en la lucha contra la depresión es la educación: tanto para los pacientes como para la sociedad en general. La desinformación puede ser un factor clave para que las personas no busquen ayuda o abandonen su tratamiento. Por ello, es esencial que los esfuerzos de sensibilización incluyan información clara sobre la eficacia de los tratamientos farmacológicos, el rol de la psicoterapia y las alternativas de apoyo comunitario.
La lucha contra la depresión es un esfuerzo colectivo. El Día Mundial de la Lucha Contra la Depresión debe ser un recordatorio de que la depresión es tratable y que nadie debe enfrentarse a ella solo. Es fundamental que los chilenos comprendan que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino una señal de fortaleza. Además, es vital que los tratamientos sean respetados y seguidos adecuadamente para evitar complicaciones y recaídas. Al mismo tiempo, todos debemos esforzarnos por romper los estigmas que aún rodean a la salud mental y promover un entorno más inclusivo y comprensivo.